Primeros 1000 días

Muchas voces de una misma profesión


El gobierno de la provincia del Neuquén, a través del ministerio de Salud, da a conocer algunas perspectivas de nutricionistas del Sistema Público de Salud acerca de su profesión y los cambios alimenticios a través del tiempo. En los efectores de la provincia trabajan 52 profesionales de este tipo.

En el marco del Día del Nutricionista, que se celebra el 11 de agosto, se realizó una breve encuesta a referentes de distintas localidades y se elaboró un informe que será enviado en dos partes. En la primera entrega, se abordan aspectos personales de las profesionales. Y en la segunda, aspectos vinculados a la atención y al vínculo con la comunidad.

Samuel García, referente provincial de Nutrición dependiente de la dirección de Promoción de la Salud, explica que “el licenciado en Nutrición, en los últimos años, ha cobrado vital importancia en la Salud Pública, mediante acciones de prevención, atención y recuperación”.

Brindan atención nutricional a individuos sanos, en riesgo o enfermos; administran servicios y programas de alimentación y nutrición; proponen, innovan; y se desempeñan de manera multidisciplinaria para responder con calidad y compromiso a las necesidades sociales de alimentación y nutrición presente y futura.

Desde 1974, cada 11 de agosto se celebra el Día del Nutricionista en todo el territorio nacional y en Latinoamérica en homenaje al nacimiento del profesor y doctor Pedro Escudero, quien se considera el padre de la Nutrición. Nació en Argentina, y en la década del ´30 fundó el Instituto Municipal de la Nutrición actualmente Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires.

Parte I – Nutricionistas en primera persona

Para empezar a conocerlas un poco se les preguntó por qué eligieron la carrera, cómo fue su infancia y si han variado sus hábitos alimenticios por su profesión.

“Desde chica me interesaron los alimentos por eso elegí estudiar nutrición”, expresa Alejandra Maionchi, profesional del Hospital Natalio Burd de Centenario y recuerda que “en mi casa había libros sobre plantas saludables gracias a mi papá que es ingeniero agrónomo, y a mi mami siempre le gustó cocinar casero y rico, así que la comida siempre fue un motivo de reunión”. Con el tiempo y por la profesión sus lecturas sobre nutrición se ampliaron y “pude volver a creer en una alimentación saludable de manera integral, entendiendo que los hábitos alimentarios se construyen”.

Vanesa Porfilio, del Hospital Ramón Carrillo de San Martín de los Andes cuenta que “cuando vi el plan de estudios y la mirada que tenía la carrera, me súper motivo, y ahora mucho más”. En relación a los hábitos alimenticios “veo que han cambiado muchísimo desde que yo era chica a la actualidad” y recuerda que “en mi casa se realizaban todas las comidas diarias, no se hablaba de comer saludable pero sí comíamos variado, se tomaba agua, y las gaseosas solo eran para los cumples”.

“En mi casa no se hablaba de alimentación ni de horarios”, recuerda María Laura Malsam del Hospital Horacio Heller, y dice que “la alimentación en las personas siempre fue un tema que me interesó, al principio pensado desde la desnutrición”.  Por su profesión, ella cambió totalmente sus hábitos alimenticios, “no consumía verduras prácticamente y tomaba muy poca agua” y a lo que agrega que “estoy convencida de que los hábitos han cambiado durante los últimos años pero para peor”.

Conocer las propiedades y características de los alimentos fue el motivo que llevó a Liliana Matkovich, de la dirección de Abastecimiento de la subsecretaria de Salud, a estudiar nutrición.  Cuenta que “me interesó investigar, ver la forma de evitar que nos enfermemos, ya sea por carencia o abundancia, descubrirlos y usarlos como herramientas para poder curar o acompañar algunas enfermedades”.

“Los hábitos alimenticios han variado, y eso me consta. En mi casa no se hablaba de comer sano sino que el tema era compartir las comidas con amor y brindar amor con ellas” comenta Matkovich y aclara que “mejoré mi alimentación haciéndola más variada y respetando más los horarios que cuando era adolescente”.

Para Patricia Herrera, profesional del Hospital José Venier de Las Lajas su infancia fue determinante para elegir su profesión ya que “en casa el hábito era el consumo de verduras frutas, agua, pocas cosas dulces y frituras; el énfasis era comer de todo pero lo más natural y con los horarios bien establecidos” y expresa que “me interesó la combinación de cuidar la salud a través de la alimentación”.

“Se tomaba el desayuno, sopa de verduras como entrada y después la comida, merienda, y la cena era la reunión familiar” cuenta la profesional de Las Lajas y recuerda que un hábito marcado por su padre era el uso de la sal en la mesa y el consumo de gaseosas era muy esporádico, y que actualmente intenta cambiar el consumo de sal.

“Esta carrera me interesó porque tenía que ver con el cuidado de la salud y cubría mis expectativas en el ejercicio profesional”, comenta Graciela Piccotto, que se desempeña en el Hospital Horacio Heller. En relación al mensaje de una alimentación saludable en su casa cuenta que “no estaba instalado, y se comía sin preocuparse si estaba bien o regular” y agrega que “actualmente en todos los ámbitos sociales resuena la idea de comer sano pero falta mucho por mejorar”.

Fabiana Echevarría se desempeña en el Hospital Ramón Carrillo de San Martín de los Andes y recuerda que “a los dos años fuí diagnosticada celiaca y eso me marcó sobre la importancia de la alimentación en el mantenimiento de la salud y en mi adolescencia empecé a interesarme en alimentación saludable y el vegetarianismo; pero en mi infancia se comía comida casera, almorzábamos y cenábamos en familia; y la gaseosa era una excepción en los cumpleaños”.

“Los hábitos varían y considero que mi profesión es una luz de alerta para ser cuidadosa en mi alimentación y la de mi familia, tratamos de que sea lo más saludable, atractiva y placentera” menciona Echevarría.

Por último, Eugenia Gavernet, del Hospital Horacio Heller cuenta que en su casa “se consumía poca variedad de verduras, y en preparaciones como sopa o puchero”, y que “la gaseosa era excepcional”. Estas costumbres y vivencias son las que la llevaron a  estudiar nutrición ya que “me interesaba conocer cómo se podía cubrir lo que necesita el cuerpo por los alimentos y una vez en el estudio me di cuenta que era más amplio el campo de acción” y comenta que “actualmente encontramos modificaciones en las guías alimentarias, lo que hace que cambiemos el hábito promovido y practicado”.