Primeros 1000 días

Entrevista a Aníbal Muzzin


 

Capacitación brindada por Muzzin en Neuquén

El licenciado en Psicología, Especialista en Violencia Familiar, visitó la provincia del Neuquén durante el mes de octubre para brindar una capacitación sobre Abordaje clínico integral a varones que ejercen violencia en el ámbito familiar.

Tras el desarrollo de la actividad, Muzzin explicó algunos aspectos de la temática en la que se ha especializado, recorrió brevemente la historia de los grupos psico-socio-educativos para hombres que ejercen violencia y se refirió al abordaje de la Violencia Familiar desde los establecimientos del Sistema de Salud Público de la provincia del Neuquén.

¿Por qué se utilizan los grupos psico-socio-educativos para varones que ejercen violencia?

El objetivo primario de este tipo de dispositivos es el cuidado y la defensa de la mujer, la protección hacia la mujer y hacia los niños; y el segundo objetivo es la reducción de los comportamientos violentos que son difíciles de desaprender porque están enraizados en un aprendizaje dentro de esta cultura patriarcal y machista; comportamientos que tienen que ser reconocidos como la punta del iceberg porque lo que está abajo de ellos son esos pensamientos, las creencias y los sentimientos que tienen estos varones que son los que van a originar y definir ese comportamiento violento hacia la mujer.

¿Qué se requiere para  implementar estos dispositivos?

La coordinación de los grupos psico-socio-educativos para varones que ejercen violencia de género tiene que estar dirigida y coordinada por profesionales altamente capacitados en la temática, trabajando siempre con perspectiva de género y desde los derechos humanos.

¿Cómo surgieron en Argentina?

El trabajo en Argentina con estos grupos empieza en la década de los 80, a través de organizaciones no gubernamentales. En el año 1991, en el Hospital Psiquiátrico Alvear de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se da la primera experiencia en un hospital público. Ese espacio grupal tuvo un período de duración de uno a dos años y después, esos profesionales atendieron a través del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires en la secretaría de la Mujer unos dos años más, allá por los años 1994-1995. Tras unos años, en 1997 se armó un dispositivo en la dirección general de la Mujer, que actualmente continúa, con un marco teórico distinto al que nosotros proponemos.

Igualmente, esto fue prosperando en los años 90, mediante distintas organizaciones no gubernamentales, y para el 2000 había ya más de diez organizaciones en Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el conurbano bonaerense con estas características.

Por esto de trabajar solitariamente, Mario Payarola, uno de los referentes que nosotros tenemos en esta temática –que fue uno de los coordinadores de grupo en el Alvear, psicólogo especialista en Violencia Familiar– fue el que nos aunó y fundó RETEM, que es la Red de Equipos de Trabajo y Estudio en Masculinidades, el 12 de noviembre de 2011 se realizó la primera reunión de los distintos operadores y equipos que trabajamos con este tipo de dispositivos.

A partir de ahí, el agrupamiento, el trabajo en red y los objetivos comunes, nos permitieron armar una serie de principios básicos y fundamentales, a los cuales deben adherir los profesionales que quieran trabajar con este marco teórico y también conformar esta red que queremos que se nacionalice. En la actualidad, está constituida por organizaciones de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires y Jujuy. La intención es que esta red se expanda, sabemos que hay profesionales que se encuentran trabajando en la temática, y esta es una tarea muy dificultosa cuando no hay apoyo claro y significativo del Estado.

¿Qué propone RETEM?

El marco desde el cual trabajamos es un modelo integral multidimensional. Nos basamos como mínimo en cuatro paradigmas de trabajo: el cognitivismo, el conductismo, el psicodinámico-psicoanalítico y el interaccional-sistémico. Entonces el abordaje es complejo y multidimensional en el sentido en el que entendemos que así es la violencia, una problemática compleja y con muchas dimensiones. Hay muchas variables que debemos tener en cuenta en cada una de las intervenciones que hacemos con estos varones dentro de los grupos.

¿Por qué se utilizan dispositivos grupales?

Propiciamos el espacio grupal porque sostenemos que es el más efectivo en esta temática y eso está confirmado a nivel mundial. Son muchos los países que están trabajando de esta manera, de hecho el comienzo a nivel mundial de esto fue a finales de los 70 por parte de los Estados Unidos, después siguió Canadá y la verdad es que fueron los países del primer mundo de ese momento los que empezaron a desarrollarlo.

Argentina está entre los primeros diez países que están operando con estos grupos; como no hubo un apoyo fuerte durante los 80 y los 90, recién ahora se está visibilizando este trabajo.

La persona que ejerce violencia, ¿está enferma?

Los estudios, las investigaciones y los trabajos de más de treinta años en la temática marcan que el porcentaje de población de los hombres que ejercen violencia hacia la mujer que poseen trastornos psicopatológicos es alrededor de un 20%. Con esto estamos diciendo que el 80% de los varones que ejerce violencia hacia la mujer no tiene ningún trastorno psicopatológico, sí tiene algún síntoma psicopatológico, pero desde ese lugar no las consideramos personas enfermas que necesiten una cura, sino que justamente ese aprendizaje, esa construcción de la masculinidad durante toda su vida y toda su historia hacen que se conduzca a resolver los conflictos dentro de la pareja de una manera violenta.

No son hombres violentos, porque al decir que son hombres violentos pasamos por el ser, nosotros decimos que poseen conductas, que ejercen un comportamiento violento, que así como lo aprendieron lo pueden desaprender.

¿Cómo llegan las personas al grupo?

Al principio, cuando no había ninguna ley respecto de esto –hacia los 80-90– venían de motu propio, muchas veces motivados por las amenazas de separación de la pareja y ante el temor de pérdida, la persona iniciaba un tratamiento.

Hoy en menos proporción, pero hay casos en los que los hombres reconocen que hay algo que está fallando en la interacción con esa mujer y que ellos son autores y responsables, pero la verdad es que son la minoría de los hombres. Hablamos de menos del 5% de los que se acercan al tratamiento. La mayoría vienen por juzgados, al principio eran más juzgados civiles y la verdad es que, en la actualidad, estamos teniendo cada vez más derivaciones de juzgados penales, justamente por la incorporación de la Ley Nacional N°26.485 y en cada provincia mediante las normas provinciales que existen, y cómo los jueces interpretan estas normas.

¿Cómo son los tratamientos?

La participación de los hombres es muy variable porque para ellos es muy difícil la adhesión al tratamiento y esto es algo que tiene mucho que ver con la capacidad de los coordinadores y con las características que se conforman en cada grupo. Se debe generar una motivación en ese hombre para reconocer que ese espacio puede ser fructífero y le puede sacar provecho.

La tasa de deserción suele ser muy alta en este tipo de espacios. Nosotros hablamos de adhesión o motivación a lo que se da por parte de la persona –sin tener en cuenta las cuestiones judiciales– cuando ese espacio que está compartiendo con esos hombres, porque se arma una pequeña comunidad, genera en ellos una motivación personal.

Estamos hablando de tratamientos de un año de duración como mínimo, en un primer nivel; y en un segundo nivel, un segundo año de trabajo, en forma semanal. Son tratamientos a largo plazo, y por eso suele ser difícil mantener la motivación durante todo ese tiempo.

En los últimos años, ¿se observan algunos cambios en la sociedad en relación a la violencia familiar?

Hace seis años que trabajo específicamente es esto (Abordaje clínico integral a varones que ejercen violencia en el ámbito familiar) y en Violencia Familiar, más de diez. Reconozco que cada vez son más las personas que pueden mantenerse en tratamiento un año y yo esto se lo atribuyó a toda la connotación y al cambio social que está teniendo el tema de la violencia dentro de nuestra sociedad.

Cada vez se visibiliza más, cada vez se entiende más de qué se trata, cada vez más estamos utilizando el mismo mensaje dentro de un mismo marco teórico y el trabajar desde la perspectiva de género nos ayuda mucho a esto.

¿Cuáles son sus apreciaciones sobre el tratamiento de estas temáticas en la provincia del Neuquén?

Una de las cosas que me llama la atención es que todas las personas que están participando de la capacitación (Ver nota) están altamente motivados para trabajar con hombres, de hecho algunos de ellos ya tienen algún tipo de experiencia, trayectoria o están iniciando esta actividad de atención a hombres. Es muy difícil encontrar más de 40 personas que se están capacitando, que trabajan en hospitales y centros de salud, y que tengan este tipo de motivación.

Creo que esto se debe a que en Neuquén, a diferencia de otras provincias, la trayectoria del trabajo que hay en atención de Violencia Familiar es muy importante; y en varones, reconozco que me han comentado que desde el año 1995, acá en la ciudad de Neuquén, se han desarrollado dispositivos que han tenido diez años de trayectoria.

Todo eso hace que esta cantidad de personas que vinieron desde Neuquén, y hasta desde unos 500 kilómetros de distancia, estén altamente motivados para trabajar en esta problemática.

No en todas las provincias se tiene ese mismo nivel de participación y de motivación, pero sí está habiendo de a poco de parte del Estado Nacional una intención de capacitar a todas las provincias. Desde RETEM se ha firmado un convenio marco con el Consejo Nacional de las Mujeres para realizar capacitaciones a nivel nacional, específicamente en la temática de varones que ejercen violencia y esperamos que se concreten durante los próximos años.

Ficha Anibal Muzzin

Masculinidad y violencia _ Cam 20 de octubre

 

Entrevista realizada por María Eugenia Aranda

Equipo de Comunicación

Ministerio de Salud y Desarrollo Social